El último aon de Emelda Ramos, “una pequeña joya que permitirá gozar a
los jóvenes lectores de un pasado casi remoto, pero actual”, según Marcio Veloz
Maggiolo
El sello editorial Alfaguara Infantil realizó su primer lanzamiento del
año con el libro “El último aon” de Emelda Ramos, veterana escritora y
educadora, en un sencillo y concurrido acto realizado en el Foro Pedro Mir de
la librería Cuesta, el 6 de marzo. Dirigido a niños de 10 años en adelante, el
libro cuenta 44 páginas con ilustraciones a color de la diseñadora y artista
Adela Dore.
Según las palabras del prestigioso escritor Marcio Veloz Maggiolo,
quien tuvo a su cargo la introducción del libro, este libro es “una pequeña
joya de la narrativa infanto-juvenil. Un libro donde el conocimiento de la
tradición y la leyenda se aúnan en un modelo de síntesis que permitirá a los
jóvenes lectores gozar de un pasado casi remoto, pero actual: el de la
desaparición de unas etnias, las de los taínos, que se esfuma simultáneamente
con su entorno moral, ecológico y humano”.
Este cuento infantil, cuidadosamente editado por el equipo de
Alfaguara, trata de un episodio inédito que ocurrió en los primeros años de la
colonización española, y lo protagonizan un niño taíno, Guaramatex, y un
pequeño perrito de la raza “aon”, desaparecida ya. Juntos han vivido muchas
aventuras desde que el niño taíno rescató al cachorro en medio del bosque. Pero
el mayor peligro los aguarda ahora, cuando la tribu de Guaramatex es forzada a
desplazarse a un lugar desconocido y tienen que abandonar su comunidad natural,
bajo el régimen de las encomiendas.
Emelda Ramos es escritora y educadora. Ha publicado la novela El
despojo o por los trillos de la leyenda, premio del Ateneo Minerva Mirabal
(1984); los libros de relatos De oro, botijas y amor (1998), Angelario urbano
(2002) y Los oficios y placeres de Miralvalle (2009); las antologías Cuentistas
dominicanas siglo XX (2005); El cuaderno de la rosa (poesía infantil, 2008), Voces
infantiles cuentan (compilación) y Delia Quesada, pionera de la dramaturgia
infantil (2009). El último aon es su primer libro publicado en Alfaguara
Infantil.
EL CORRER DE LOS DÍAS
Un bello texto de Emelda Ramos
Marcio Veloz Maggiolo
Los libros
para la infancia, generalmente pensados por adultos, aciertan cuando el adulto
intenta ver las historias con una suerte de creatividad basada en la
comprensión que pueda tener un niño sobre aquello que el autor narra. Existen
muchas formas de narrar historias infantiles, y desde luego, algunas pueden
ser, como en el caso de Momo y La Historia Interminable, de Michael Ende, por
solo citar dos de mis preferidas, formas
que transitan entre la infancia y la adolescencia, hasta el punto de que el lector
adulto las incorpora igualmente a su conciencia no tanto por la temática como
por los rasgos creativos que marcan la maestría del autor. Por razones como
estas, donde se hace difícil captar lo infantil o lo adolescente en una obra
literaria, o bien donde se confunden estas vertientes; muchos textos se quedan
varados entre las fronteras de un modelo y el otro, o quedan enquistados en una
visión lograda como un relato adulto para que por cierta temática pueda ser
narrado a un infante o a un adolescente. La narrativa para niños y adolescentes
es toda una búsqueda, todo un esfuerzo creativo. El escritor debe mantenerse
apegado a formas que no pueden ser las mismas del relato adulto convencional.
Cuando decide escribir un texto de este tipo lo primero que hace o debe hacer
el creador, es confrontarlo del principio hasta el final, antes de escribirlo,
confrontarlo en el futuro de su posible creación. En la novela adulta puede
acontecer lo mismo, el escritor tiene una global visión del amasijo de sus
formas aun no creadas, pero a veces, a
diferencia de la creación de relatos dotados de inocencia, puede ir creando al
ritmo de la escritura misma, como un sastre que armará las piezas del traje,
cambiando a veces sin mucha planificación, el modelo sobre el cual ha trabajado
y planeado. Pero en la literatura infantil el destino de la misma obliga a caer
en un punto que culmina para un cierre casi expositivo, casi una forma capaz de
dejar latente el mensaje que se desea proporcionar. Es por lo menos una manera
o modo de hacer basado en mis
experiencias creativas. Por tales razones
un texto para niños y jóvenes aspira siempre a dejar en el lector el
recuerdo fundamental de su contenido, mientras que en la novela o relato
adulto, se puede, sin que ello carezca de importancia, dejar una impresión como
forma, a veces menos narrativa, es decir
más como impresión que el lector gusta por sus mitomas, sus maneras de narrar,
sus formaciones y modelos y giros idiomáticos. En tal sentido la metáfora del
relato infanto-juvenil está dada por la creación del relato mismo, mientras que
en la literatura de orden adulto la lengua y sus manejos transformacionales son
el síndrome del idioma que narra.
Lo dicho
anteriormente permite establecer las dificultades varias que presenta una temática
infanto-juvenil si la misma no es vista con un hilo conductor siempre
coherente. ¿La técnica de narrar para niños, o para la literatura llamada
“infanto-juvenil” es al fin y al cabo una obra del adulto, o el adulto tiene
que volver al fondo de su propia
infancia, (a la edad que vive debajo de esa creación) para decir al lector las aventuras como él
mismo las percibiría o las percibe en el
caso de su pasado más temprano? Estas son las preguntas que nos hacemos cuando
intentamos escribir textos dirigidos a sensibilidades de las que buscamos
acertar en un blanco. Porque un cuento
infantil no es aquella narración que se piensa que por ingenua es buena, ni que
en su ingenuidad está su éxito, sin tomar en cuenta que la misma necesita de un
argumento que entrando en la sencillez de lo narrado, pueda poseer, igualmente
un meollo que haga la fábula entendible y, por demás, asequible como enseñanza.
Debe haber siempre un fondo pedagógico en toda literatura infanto-juvenil.
Hay por lo
tanto en estos campos de la narrativa llamada más de un camino para hacerla
llegar a los lectores: la una intenta narrar la aventura como un espacio que
hace volcar en el lector la imaginación, promoviéndola, y la otra que toma de
una realidad, de una experiencia, de un texto o de la vida misma, formas
reconstruibles para las cuales es posible sostener lo “aventuresco”, llenando
de sabor nuevo y apetecible para el joven lector aquello que antes era el dato
simple, lo normal en todo proceso vital o tradicional. Pero no es imposible la
fusión de ambas posibilidades.
Sabemos que
Emelda Ramos ha tenido, como escritora, una carrera ya larga y exitosa. El
primer libro que conociera de su autoría, presentaba la tendencia a la creación
del mito tradicional. De oro, botijas y amor,
traía ya a una escritora de fino prosa y de imaginación cargada de
poesía. Era su segunda obra, la que leí antes de que la autora la llevara a la prensa. De ahí que sus próximas
creaciones no me sorprendieran. Que sus premios me llenaran de júbilo, porque
siempre que la calidad prima, debemos
llenarnos de alegría.
“El último
Aón”, publicado por la editorial Alfaguara en su colección infantil, es una pequeña joya de la narrativa
infanto-juvenil. Un libro donde el conocimiento de la tradición y la leyenda,
se aunan en un modelo de síntesis que permitirá a los jóvenes lectores gozar de
un pasado casi remoto, pero actual: el de desaparición de unas etnias, las de
los taínos, que se esfuma simultáneamente con su entorno moral, ecológico, y
humano. Grupos y culturas que se resumen en personajes que son signos de las
mismas.
“El último
Aón”, relato de la autoría de Emelda
Ramos, constructora de literaturas bien logradas, penetra en la historia
novedosa que, sacada de la vida aborigen antillana, refiere el tema de la
extinción del indio, del ecosistema, y en particular de la fauna agredida por
el impacto colonizador, dándonos una visión del vestigio de un espacio mítico,
en el cual el personaje principal es un perro aborigen que sigue a su amo hasta
sucumbir también en las fauces de la conquista… El texto, como siempre bien
escrito, porque tal característica es común en la prosa narradora de Emelda,
permite al lector entender el trayecto que sigue el otro principal personaje de
la leyenda creada por ella, denominado Guaramatex, “el que camina de espaldas”,
víctima simbólica de la última encomienda de indios, y dueño del fiel perrillo
mudo que habrá de seguirle. Guaramatex es, para un adulto como creo que a veces
soy, el signo de aquello que se disuelve con su caminar hacia el pasado y con
la desaparición de la etnia aborigen.
Cuando ya
todos los perros mudos, a cuya estirpe pertenece el aón que sigue a Guaramatex con gran amor, han
desaparecido. El animal, como una sombra de su dueño, irá tras sus huellas.
Guaramatex lo arrastra creo que simbólicamente con su paso tan parecido al de las ciguapas; y aunque como
aquellas no tenga los pies torcidos, ambos van, poéticamente hacia el atrás de
la historia que se va difuminando para
dar paso a la del conquistador.
Usando de
las Crónicas, escogiendo aquello que puede ser comprensible y explicándolo con
maestría, utilizando el saber sobre ajuares, palabras fluidas en su creación, y
dejando que el joven lector aprecie el modelo de conquista, la burla y la
incomprensión de quienes no entendieron en su momento la cultura taína, la
autora, convierte la historia en una bella y nueva leyenda, la del último de
los perros mudos, y la del indio, quizá el último también, que esclavizado por
las encomiendas, desaparecerá con paso tardo y torcido al desaparecer la libertad que a poco se
esfuma en las páginas de este bello y ejemplarizador relato.
Fuente:
Listín
Diario – La República
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